Cuáles son las zonas de una vivienda que conviene aislar con mayor prioridad

¿Cuáles son las zonas de una vivienda que conviene aislar con mayor prioridad?

Mantener una temperatura agradable en casa durante todo el año, sin que las facturas de energía se disparen, es el objetivo de cualquier familia. La clave para lograrlo reside en un buen aislamiento térmico, una inversión inteligente que mejora el confort y reduce el consumo. Sin embargo, no todas las zonas de una vivienda tienen el mismo impacto en la pérdida de energía.

Por esta razón, la demanda de soluciones de aislamientos Zamora, León, Valverde de la Virgen, Sariegos, entre otras poblaciones, no deja de crecer, ya que los propietarios buscan identificar los puntos críticos para actuar de manera eficaz y rentable. Conocer estas áreas prioritarias es el primer paso para transformar un hogar en un espacio energéticamente eficiente.

A continuación, analizamos las zonas de una vivienda por orden de prioridad para su aislamiento.

La cubierta o el tejado: el principal punto de fuga de calor

Si tuviéramos que elegir una única zona para aislar, sin duda sería el tejado o la cubierta. Por una ley física básica, el aire caliente tiende a subir. En una vivienda sin un aislamiento adecuado en su parte superior, el calor de la calefacción se escapa directamente hacia el exterior durante el invierno. Los estudios sobre eficiencia energética estiman que hasta un 30% de la energía térmica de un hogar se pierde a través del tejado.

Esta pérdida es especialmente acusada en viviendas unifamiliares, áticos y últimos pisos de edificios. Aislar el espacio bajo cubierta o el falso techo es la acción con mayor retorno de inversión. No solo se evita la fuga de calor en invierno, sino que también se impide la entrada de calor extremo en verano, manteniendo la casa más fresca de forma natural. Materiales como la celulosa, la lana de roca o la fibra de vidrio son excelentes opciones para rellenar estas cavidades y crear una barrera térmica efectiva.

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Las paredes y fachadas exteriores: la gran barrera contra el frío y el calor

La segunda gran prioridad son los muros exteriores. Estas paredes representan la mayor superficie de contacto de la vivienda con el exterior, actuando como un gran radiador que pierde calor en invierno y lo absorbe en verano. Unas paredes mal aisladas pueden ser responsables de aproximadamente un 25% de las pérdidas energéticas totales.

En muchas construcciones, especialmente las de hace algunas décadas, los muros exteriores cuentan con una cámara de aire entre el tabique interior y la fachada exterior. Este hueco, si está vacío, es ineficaz y permite la circulación de aire, transmitiendo el frío o el calor al interior. Aquí es donde técnicas como el aislamiento insuflado Zamora, Valencia de Don Juan, Cacabelos, Avilés, entre otras ciudades,… demuestran su enorme eficacia. Este método consiste en inyectar material aislante a presión en la cámara de aire a través de pequeñas perforaciones, rellenándola por completo sin necesidad de obras aparatosas. El resultado es una mejora inmediata del confort y una reducción drástica de las pérdidas energéticas.

Ventanas y huecos: los puntos débiles del cerramiento

De poco sirve tener un tejado y unas paredes bien aisladas si las ventanas son el punto débil. El vidrio es un mal aislante por naturaleza, y los marcos metálicos antiguos actúan como «puentes térmicos», es decir, como autopistas por las que se escapa el calor. Las ventanas viejas o de acristalamiento simple pueden anular gran parte del beneficio obtenido al aislar otras zonas.

La prioridad aquí es sustituir las ventanas antiguas por modelos de doble o triple acristalamiento con gases nobles (como el argón) en la cámara intermedia. Además, el material del marco es fundamental: el PVC y la madera son aislantes naturales, mientras que el aluminio debe contar con rotura de puente térmico (RPT) para ser eficiente. No hay que olvidar revisar las cajas de las persianas, ya que suelen ser un punto de filtración de aire importante que también se puede aislar.

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Suelos: protegiendo del frío que viene de abajo

Finalmente, aunque su impacto es generalmente menor que el del tejado o las paredes, no debemos olvidarnos de los suelos. Esta zona cobra especial importancia en plantas bajas, viviendas construidas sobre sótanos, garajes o locales no climatizados. El suelo en contacto con estos espacios fríos puede robar mucho calor y provocar una sensación muy desagradable de «pies fríos».

Aislar el suelo no solo mejora el confort térmico, sino que también contribuye al aislamiento acústico. En el caso de forjados sanitarios (espacios ventilados bajo la primera planta), la proyección de espuma de poliuretano o la instalación de paneles rígidos son soluciones muy eficaces.

En resumen, para optimizar la inversión, el orden lógico es claro: empezar por el tejado, continuar con las fachadas, seguir con las ventanas y, por último, abordar los suelos si es necesario. Atacar estos puntos críticos en orden de prioridad garantiza el máximo ahorro energético y una mejora sustancial en la calidad de vida y la revalorización del inmueble.